Existen tres factores de la vida moderna que inciden en el aumento de esta patología a través del tiempo. Primero, el sobrepeso durante el embarazo, segundo, el sedentarismo y por último la postergación de la maternidad pasados los 35 años. Por definición este tipo de patología se detecta por primera vez durante el embarazo, siendo común su hallazgo durante el quinto mes de gestación. Durante esa etapa las hormonas que favorecen los aumentos de la glicemia en la mamá no son equilibradas en su acción con las cantidades adecuadas de insulina que genera.

Examen preventivo

Hoy todas las embarazadas deben hacerse una evaluación para descartar diabetes gestacional. Al inicio del embarazo, se sugiere una glicemia de ayuno y al sexto mes de gestación, una glicemia con sobrecarga de glucosa.

Tengo diabetes gestacional

Si tienes diabetes gestacional debes saber que es una condición absolutamente tratable por lo que debes informarte bien sobre sus riesgos y cuidados. Lo más importante es seguir un régimen donde se calculen las calorías a consumir de acuerdo al peso ideal, siendo fundamental la distribución equilibrada de lípìdos, proteínas e hidratos de carbono.

El equilibrio lo es todo

Por lo general, el nutricionista o diabetólogo creará una dieta personalizada distribuida en tres comidas más dos colaciones sin períodos de ayuno prolongados. El objetivo es tener glicemias dentro de los rangos normales en los diferentes momentos del día. Además, la paciente deberá realizarse autocontroles de glicemia una o dos horas después de algunas ingestas, según sea el caso. Si el examen hemoglucotest arroja un resultado menor a 140 ó 120 mg/dl (a la hora o a las dos horas de comer) quiere decir que el tratamiento y el régimen está funcionando. Por el contrario, si los valores son inadecuados, se deberá utilizar insulina para un mejor control de la enfermedad o hipoglicemiantes orales (metformina).

Hablemos de riesgos

Si se controla a tiempo la diabetes gestacional no es preocupante, pero de no seguir las indicaciones correctas, la enfermedad puede afectar tanto a la madre como a su hijo. La madre puede estar expuesta a sobrepeso, obesidad, riesgo de preeclampsia, infecciones periparto, posibilidad de partos quirúrgicos (por fetos grandes) y hemorragia post parto. Por otra parte, un mal control metabólico implica también un riesgo para el bebé, su crecimiento, morbilidad e inmadurez funcional pulmonar.

Esta nota fue realizada en colaboración con Valentín Manríquez, Médico Unidad de Piso Pélvico Femenino, Hospital Clínico Universidad de Chile – Clínica Universidad de los Andes